JR. Rio de Janeiro |
Estas fugas, son prácticas que de alguna manera dejan marcas en el sistema, De Certeau, engloba estas prácticas en la figura del consumo, de donde surgen toda una serie de acciones anónimas y múltiples, en un tentativa por iluminar los modos en que los sujetos hallan grietas donde operar, puntualizando más que en los sujetos, en las operaciones que estos efectúan, siendo uno de los aportes fructíferos y que puede ser trasladado, a la reflexión de las prácticas artísticas desarrolladas en el contexto urbano, el de tácticas y estrategias. Concibiendo De Certeau, a las estrategias como formas que organizan el espacio y el tiempo cotidiano y las tácticas a la inversa, como una práctica de desvió, practicas fugaces que aprovechan el tiempo y las fisuras del sistema y que dependen de la astucia. Estos modos de empleo a las que De Certeau denomina “maneras de hacer”, fundan un espacio de juego, donde el desplazamiento marca la pauta de las dinámicas resultantes, generando movimientos diferentes, trayectos que se dibujan dentro de la ciudad, y que establecen un relato dentro de las tramas sociales, pienso aquí en las astucias, a los comportamientos irregulares que pone en práctica el sujeto común, así como el artista que interviene en el contexto urbano, para poder circular por la ciudad, estas tácticas generan relatos del territorio, de zonas especificas, relatos de circunstancias, dinámicas, patrones, rutinas de usos de ciertos espacios, pautas o trucos de cómo entrar y salir de ellos.
Aquí me refiero a la ciudad vivida, la cual a partir de las normas y textos proyectados por las estrategias de ordenamiento que implementan los arquitectos y urbanistas, se funda paralelamente otro tipo de ciudad creada por los sujetos que la habitan, jugando y produciendo trayectos múltiples y heterogéneos, alterando desde allí la cartografía urbana. Con respecto a las estrategias programadas desde el poder, como lo plantea De Certeau, su punto de focalización apunta sobre las operaciones, la organización y usos de los espacios, las apropiaciones y desvíos que se generan dentro de los límites de los dispositivos, dentro de estas operaciones se produce cultura, una cultura en plural, la cual supone tres dimensiones; la oralidad, la operatividad y lo ordinario(2), planteando lo oral en el espacio de lo comunitario, del intercambio social cotidiano; la operatividad la cual se conceptúa en base a las operaciones de los sujetos, lo cual implica un gesto estético y ético; lo ordinario que refiere al consumo que se comete en la vida cotidiana de modos casi invisibles.
(1)De Certeau Michel, La invención de lo cotidiano, 1 las artes de hacer. Traducción de Alejandro Pescador, Universidad Iberoamericana, Instituto tecnológico y de estudios superiores de Occidente, 2000, México D.F.
(2) De Certeau Michel, La cultura en plural, (trad.) Paredes Rogelio. Nueva Visión, 1 edición, Argentina
(2) De Certeau Michel, La cultura en plural, (trad.) Paredes Rogelio. Nueva Visión, 1 edición, Argentina
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